Patricia, una amiga de Basurama nos ha enviado una noticia publicada en elmundo titulada así: La basura electrónica europea ‘envenena’ los países en desarrollo.
Anda chaval, no disimules que en África hemos encontrado teclados con la ‘Ñ’
Cabe preguntarse cómo es posible que esto suceda si tanto la Unión Europea como España cuentan con sus propias leyes y directivas que rigen la gestión de todo tipo de residuos, electrónicos y no electrónicos…
…o bien puedes pensar que estas mismas leyes son las que explican por qué existen paisajes como los que Juan trae de vez en cuando por aquí.
En fin, esto no hace más que corroborar una teoría que manejamos los de Basurama y que más o menos podríamos enunciar así:
Cuando una ley no está acompañada del necesario apoyo económico y social lo único que se hace es transladar el problema a otro sitio y permitir que alguien se aproveche de la situación.
Vale, no me ha quedado como para publicarla en un libro de derecho pero creo que se entiende fácil. En este caso concreto de la basura electrónica resulta que España y Europa imponen unas reglas a las empresas para que se hagan cargo de la basura que producen. Hasta ahí perfecto: si me vais a vender un teléfono móvil lleno de cosas que contaminan a saco y que dentro de (con suerte) dos años va a dejar de funcionar haceros cargo vosotros del cadáver. Claro que si una vez hecho esto no vigilas lo que las empresas que gestionan los residuos electrónicos hacen, lo único que conseguimos es alejar el problema. Si no lo veo no existe, ¿no?
El caso es que esto ha sido siempre así, me temo. Mientras leía el artículo se me han ido ocurriendo otros ejemplos. A lo mejor os parecen un tanto locales, pero como sabemos que sois muy listos seguro que sabréis extrapolar.
1. Plan Castro, 1860. Nuestro amigo Carlos María de Castro recibe el encargo de Isabel II para planificar el ensanche de Madrid. Además de las normas urbanísticas que rigen en la zona planificada, todo el suelo construible dentro del perímetro del ensanche estaba sujeto a un impuesto. Así que, ¿qué crees que hicieron los más avispados? Pues irse a construir en los terrenos que quedaban fuera del ensanche y que no estaban sujetos a impuestos. De ahí el curioso paisaje del barrio del distrito de Tetuan, por ejemplo.
Adivina dónde acaba el ensanche…
2. Triball y la plaza de la Luna. Los vecinos de la zona de la plaza de la Luna en Madrid llevaban años quejándose por las prostitutas y yonkis que habitaban en la plaza. Tras años de quejas y micromanifestaciones el Ayuntamiento decide poner orden y echar a estos ‘peligrosísimos’ personajes. A día de hoy son los vecinos de dos calles más allá los que se manifiestan por la presencia de prostitutas y yonkis, que obviamente no se han volatilizado, mientras que un personaje más peligroso se han instalado en la zona bajo el discurso de la modernización.
Así que ya sabéis, queridos amiguitos, ¡iros con vuestra basura a otra parte!