Basurama recibió el martes 26 de Junio del club de debates urbanos el premio al «compromiso urbano colectivo 2007» en la fiesta del solsticio de verano del Círculo de Bellas Artes en Madrid. El encargado de entregar el premio fue Juan Miguel Hernández de León, un viejo amigo de la casa, el que, por cierto, afirmó en su palabras introductorias que la Escuela había «incluso subvencionado» a basurama en alguna ocasión. El que quiera saber la versión de basurama de la historia de esa subvención, que lea el texto que hay después del discurso.
El premio al compromiso urbano personal fue para Manuel Fuentes Revuelta, alcalde de Seseña, y le entregó el premio esa leyenda de la política urbana Madrileña que es Eduardo Mangada. En su discurso, Fuentes destacó que su labor en el consistorio se limita a cumplir con su deber, y que son los otros los que destacan, aunque en este caso sea por su mala gestión y su desgobierno. Mandamos desde aquí un fuerte abrazo para él, aunque él afirme que no lo merece.
Quede aquí colgado para los restos el discurso íntegro de aceptación del premio:
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Hola amigos y enemigos de la ciudad,
Nos han dicho que teníamos que hablar unos cinco minutos, y nosotros los queremos aprovechar.
En primer lugar para agradecer al Club de Debates Urbanos este premio, estamos muy orgullosos de recibir este reconocimiento de parte de una de las instituciones madrileñas más respetables. Desde hace un montón de años ha sido y es punta de lanza para hablar de asuntos que, aunque cada vez están más de moda, paradójicamente también parecen cada vez menos importantes. Como muestra de este desinterés, la poca difusión que tiene esta actividad dentro del Círculo. Ni siquiera está anunciada en la página web, siendo un espacio de debate cultural de primer orden (en este caso el urbanismo) y además siendo de entrada libre. Parece que resulta mucho más interesante fotografiarse con alguno de los cuatro de siempre que frecuentan el círculo que venir a este foro a hablar de ciudad.
En segundo lugar, queríamos aprovechar para agradecer, aplaudir y compartir con otros amigos y compañeros este premio, porque sin ellos no estaríamos aquí. Hemos colaborado en varias ocasiones con ellos y siempre nos hemos enriquecido en el proceso, y además hacen un trabajo encomiable y muy interesante. Entre ellos, por supuesto Laboratorio Urbano, que vienen caminando con nosotros desde los tiempos de la escuela, y también Areaciega, con la que hicimos la acción de la M30. Por otro lado tenemos que agradecer su ayuda a Eduardo de Santiago, que tiene probablemente el material más interesante y esclarecedor sobre lo que está pasando en la ciudad en estos años aún más oscuros que los de Manzano. Una pena que las tesis doctorales no tengan la difusión que deberían. Y por supuesto, a todos aquellos teóricos a los que no les dejamos de pedir socorro y que, siempre que pueden nos ayudan a hacernos andar. Ellos ya saben quiénes son.
En tercer lugar, viendo que están presentes Juan Miguel Hernández León y otros profesores de la escuela queríamos hablar de nuestros orÃgenes en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Nos habría gustado que estos premios nos los pudiera otorgar la propia escuela o mejor aún que los recibiera ella o el propio Colegio de Arquitectos de Madrid. Eso sí que sería ejemplar. Los arquitectos tenemos una gran responsabilidad con respecto a la ciudad y las personas que la habitan, pero en la Escuela de Arquitectura básicamente nos enseñan a ganar concursos y a que nuestros dibujos salgan en las revistas. Se valoran los malabarismos intelectuales y las piruetas proyectuales, la búsqueda de soluciones originales y de nuevos sistemas constructivos o programáticos pero no hay ninguna repercusión a nivel urbano, social o participativo. Es difícil encontrar espacios tanto físicos como mentales donde se debata sobre arquitectura y ciudad. Es bastante complicado que los temas de ciudad se debatan en la escuela, dado que el asociacionismo, que es -como dice la constitución estadounidense- la base de la sociedad civil, parece estar perseguido. Cuando llegamos a la escuela el espacio destinado a las asociaciones ocupaba 35m2 y albergaba a la tuna y al club deportivo. Ahora el local es más pequeño y sólo sigue el club deportivo, la asociación de homosexuales y la compañía de teatro. Con esto queremos aprovechar para reivindicar más ayudas y facilidades para los alumnos que pretenden ir más allá de lo que la escuela ofrece. No hay una oferta real lejos de estas aspiraciones, cuando todas las demás escuelas de Europa tienen nuevas cátedras interdisciplinares´. Una visión más plural donde se acceda a otros actores que también forman parte de la arquitectura y la ciudad, acabar con el modelo de arquitecto omnipresente y todopoderoso. Trabar relaciones con otros campos totalmente ninguneados hasta ahora: la sociología, la etnografía, la filosofía, la pedagogía, etc. Hay una actitud condescendiente pero no un apoyo real de difusión, comunicación, permisos, etc. Es fácil ampliar el prestigio de la escuela con arquitectos campeones y másters de todo tipo, pero no es lo mismo ceder un espacio para las actividades de unos estudiantes u organizar unas jornadas sobre urbanismo. Todavía tenemos que aguantar que es una buena escuela aquella que defiende el éxito y el dinero a cualquier precio y en cambio para hablar de los problemas de la ciudad contemporánea tenemos que hacerlo con sociólogos, antropólogos, filósofos y compañeros de cualquier otra profesión mucho antes que con otros arquitectos.
En último lugar queríamos hablar de Madrid. Parece claro que si queremos que los ciudadanos se comprometan con su propia ciudad tendremos que crear un clima en el que haya debate sobre ella, de modo que la discusión sobre el modelo de ciudad se extienda a todos los niveles. Es paradójico que nos den este premio a nosotros, que nos dedicamos a la basura, y a un político que afirma que sólo cumple con su deber y que, mientras tanto, en Madrid, aun habiendo oposición, no se consiga articular un discurso que desarbole la política urbana que tenemos que sufrir. Los casos son ya incontables: la vergüenza de las torres del Madrid, la ampliación de la M30, el campo de golf del Canal, las nuevas carreteras periféricas y radiales, la proliferación de centros comerciales, el tamaño absurdo de los nuevos ensanches… son hechos urbanos que se han construidos y de los que apenas se ha generado debate. Entre esos casos, el que mejor representa la confusión reinante en la política urbana probablemente sea el del Paseo del Prado. Seguramente Juan Miguel nos pueda contar más los entresijos en petit comité, pero si no recuerdo mal los agentes principales fueron un par de arquitectos de renombre que hablaron poco, una barones coleccionista de cuadros que habló mucho y un alcalde y una presidenta de comunidad que aprovecharon el caso para sus fines personales. Parece que ahora se ha cambiado el proyecto -ya no se van a talar los árboles-, pero desde luego lo que no ha habido ni antes, ni durante, ni después, ningún debate sobre el modelo de ciudad. Los arquitectos, mientras tanto, nos dedicamos a perder el tiempo haciéndole la cama al poder y pensando que ser progresista es leer EL PAIS.
Queríamos acabar con una cita de Martin Luther King, que sigue muy vigente aun habiéndose dicho en los años 60 del siglo XX:
La historia tendrá que recordar que la mayor tragedia de este periodo de transición social no fue el clamor estridente de la mala gente, si no el atroz silencio de la buena gente.
Basurama
Martes 26 de junio 2007. Madrid.
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[extra aclaratorio]
Juan Miguel Hernández León nunca llegó a darnos la ayuda que nos prometió para basurama03. En el último momento el espacio dedicado al festival que llevaba pedido desde hacía tiempo, -el patio interior del pabellón nuevo de la escuela de arquitectura de Madrid-, resultó que tenía que ser ocupado por una exposición de Arata Isozaki (no es broma, aunque pueda parecerlo una exposición dedica a Isozaki en 2003) y, por tanto, nosotros teníamos que pasar al patio entre pabellones y que, por aquello de el suelo no era regular y que nos habían avisado con muy poco plazo y en una reunión distendida, J M HdeL nos dijo «comprad moqueta, que la paga la escuela». Allá que fuimos, compramos un resto de moqueta naranja -que se puede ver en las fotos de aquella edición-, pagamos nuestros 300 eypo. A la vuelta del evento, fue muy complicado conseguir que se devolviera el dinero por problemas administrativos que aún siguen sin resolverse. Una pena.