Cada día los encontramos por la noche. Son los tres que cargan los voluminosos en el camión, para llevarlos a la deixalleria. El lunes trajeron dos camiones. La mayoría son maderas, trozos de muebles, restos, lo que ellos llaman pura mierda. Lo otro son televisores, muebles, sofás.
El primer día nos pareció curiosa la instancia, ellos estaban haciendo el safari por nosotros. Sólo había que indicar cuáles objetos deseábamos y ellos mismos los bajaban del camión. Pablo me comentó que nos estábamos haciendo mayores con esto de no tener que meter las manos al contenedor.
El martes discutimos sobre la hipotética existencia de una tienda gratis, en el futuro. Ellos saben que muchísimas cosas de las que transportan son basura sólo porque alguien dejó de quererlas, pero no porque nadie las quiera. La utilidad o vigencia del objeto no están en cuestión. Es sólo el cómo.
Trabajan entre 21.00h y 3.00h, tienen media hora para cenar, y deben coger los voluminosos que han sido concertados, más los que encuentren por el camino. No tienen una ruta estable, ni deben completar una determinada cantidad de residuos. Nos ha parecido que tienen bastante libertad de ejecución.
La analogía con los reyes magos es exacta. Nos traen cosas que nos hacen felices, y a veces no nos traen nada. Vienen cuando consideran que lo que nos traen vale la pena para nosotros (como si se tratara de nuestra buena conducta), pero ¿qué estamos haciendo para ellos?.
Hoy los recibimos con Makea y Obsoletos. Éramos en total 9 personas y en el camión dejamos sólo 3 calefactores y un par de tablas. No tuvieron que moverse, apenas bajar la plataforma. Mientras bajábamos las cosas cada uno especulaba con lo que era posible hacer con esas cosas, una fuerza centrífuga de ideas gestionadas por los residuos. Una vez vacío el camión, y como cada noche, se produjo una pequeña discusión sobre el trabajo. Cuando se les dijo que esto era nuestro trabajo dijeron que gustosos nos lo cambiarían. Al parecer no se habían imaginado la posibilidad de trabajar de esta forma, ya que lo suyo se trata de recoger materiales y objetos para ser llevados a la deixalleria, una especie de ataúd sin tapa de donde los objetos no pueden salir sino es desguazados. Quizás estos hombres estarían igualmente contentos con un trabajo similar pero diferente: recibir y clasificar objetos en una tienda gratis para ser reutilizados por quien los quisiera.
Mientras esperamos en un bar que nos vuelvan a llamar para hacer la segunda descarga de la noche hablamos de gestión de residuos, de las diferencias entre cada una de nuestras ciudades, de consejos prácticos o trucos tecnológicos. Pero los reyes magos no vuelven a venir. Nos dicen por teléfono que no han pillado nada más, nada que nos sirva. No puedo dejar de pensar en qué se imaginan ellos que nos sirve, la gente que trabaja con basura encuentra tantas cosas que comienza a pensar en los objetos con una precisión abismal. Si dices algo útil debes aclarar si se trata de un secador, una mesa o un teléfono móvil. Si dices material, debes aclarar si quieres metal, madera o vidrio. Nosotros en realidad esperamos lo que nos traigan, como niños a la espera de los reyes.
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